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[Excélsior] Redes vs. "cucarachas" – Artículo del Dip. Federico Döring (02-10-16)

DOMINGO, 2 DE OCTUBRE DE 2016

En la Ciudad de México la justicia es, por decir lo menos, selectiva. Resolver un crimen y castigar a los responsables está ligado a la suerte, el internet y la posible “influencia” de los personajes involucrados.

Recientemente, las redes sociales e inmediatamente después los medios de comunicación tradicionales lanzaron a la fama y al centro de la opinión pública el caso del robo a dos automovilistas en medio de los carriles del Anillo Periférico a plena luz del día.

Fue tal la difusión que tuvo en las plataformas digitales y la indignación social que conllevó el caso, que sólo bastaron unos cuantos días para hacer lo que nadie creía que pudiera ocurrir, y no sólo por la dificultad que implica que en ninguna imagen de las difundidas  se lograba  identificar siquiera el rostro de los delincuentes, sino porque simple y sencillamente atrapar delincuentes no es lo común en nuestra capital. La mayoría de los delitos queda impune.

En la Ciudad de México, el porcentaje de crímenes impunes es del 89%, lo que demuestra la cifra negra alrededor de la procuración de justicia y su efectividad.

La policía salió presurosa a medios lanzando declaraciones temerarias, casi al mejor estilo del célebre personaje.  “Que no cunda el pánico”, dijeron;  no está desbordada la delincuencia, advirtieron; asaltaron en el Periférico porque los “estamos persiguiendo” y son la muestra del “efecto cucaracha”, explicaron.

Indagarían, usarían las cámaras de seguridad, atraparían a los responsables, prometieron.

Todo ello gracias al poder de un celular en el momento adecuado y, por qué no suponerlo, porque ocurrió en una de las zonas más elitistas de la ciudad.

Así, la afortunada combinación detonó un inusual caso de aplicación de la justicia rápida y precisa.

Privilegiados quienes tienen la fortuna, y no es que no se celebre el golpe al hampa y la captura, es que al parecer depende de diversos factores, como la fortuna, el influyentismo, el cálculo político y la imagen pública.

Recordemos el lejano 1999 cuando a la madre del entonces jefe de Gobierno, Cuauhtémoc Cárdenas, Amalia Solórzano, le fue robado su Grand Marquis y unas cuantas horas después del mismo día fue recuperado.

Sin redes sociales ni cámaras de vigilancia. Acaso entonces como ahora la policía sabe quiénes son, dónde buscar y qué resortes de las organizaciones criminales presionar para que entreguen a los que por x o y cruzan la línea “tolerada”.

Once mil 105 cámaras de seguridad hay colocadas a lo largo de la Ciudad de México, pero bastó sólo la del celular de un ciudadano para dar con los dos ladrones que robaban a un automovilista el lunes pasado. Justicia selectiva, fortuita u obligada.

En cualquiera de los casos, algo resulta evidente: no importa si hay presentes o no cámaras de seguridad, redes sociales, televisión o noticiarios; el verdadero factor para resolver un crimen y castigar a los responsables es la voluntad de las autoridades para llevar a cabo un proceso pulcro de impartición de justicia.

Resulta decepcionante que en la CDMX la justicia llegue con las redes sociales y el escándalo, así que... ojalá que en cada asalto hubiera alguien que  lo grabe, se haga viral, la sociedad presione y la policía demuestre que puede con todas las “cucarachas”.

Diputados

 

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