La transformación de la Ciudad de México está en proceso. Contrario a señalamientos que desestiman el alcance de la consolidación de nuestra primera Constitución, los cambios estructurales que veremos en los próximos años serán reveladores, profundos y contundentes.

La configuración jurídica de nuestra ciudad no se limita al espectro nominativo y conceptual. Por el contrario, redefine las estructuras desde la misma naturaleza legal de nuestra ciudad, pero no sólo eso, da paso a una serie de actualizaciones y modernizaciones de un entramado normativo desfasado, obsoleto y que hoy es la causa de gobiernos poco funcionales.

Desde la Asamblea Constituyente impulsamos este marco normativo de nuestra ciudad del cual emanarán las reglamentaciones secundarias. Cada una de las leyes hoy vigentes de la ciudad deberá ser revisada, reformada y abrogada.

En palabra de la senadora y constituyente Gabriela Cuevas, la capital de México está a punto de vivir una mayúscula reforma con la entrada en vigor de la Constitución.

Por lo que podemos esperar que estos cambios radicales se concreten hacia el 2018. Año coyuntural, electoral, definitorio, fundamental.

La también presidenta de la Comisión de Alcaldías ha sido muy enfática en anticipar la nueva ordenación de las autoridades locales. Particularmente, la transformación de las delegaciones en estos nuevos órganos de gobierno cercanos a los ciudadanos, con autonomía, y como resultado de la cohesión política acordada por los distintos grupos parlamentarios.

Desafortunadamente, estos cambios tienen enemigos. Están en contra no de su concreción sino de la forma en la que se logrará. Sus visiones encontradas entrampan a la ciudadanía y a las instituciones en medio de declaraciones accidentadas con arrogancias exacerbadas.

La visión de izquierda encontrada entre el PRD y Morena.

Las aspiraciones supremacistas de cada bando, manifestadas en declaraciones que rayan la anticipación de la guerra electoral, son un riesgo inminente que podría minar el resultado de la reforma mayúscula. La nueva configuración jurídica de la ciudad en medio de discusiones acusatorias disfrazadas de debates reformadores. Lo que toca el PRD se convierte en menos que tierra para Morena. Lo que Morena propone es un disparate para el PRD.

Como tradición casi clásica, la acción reformadora y el interés ciudadano quedan como rehenes de la paranoia política de los dos partidos de izquierda. No les importa poner en la cornisa, con el riesgo de desplomarse, el avance democrático que tanto esfuerzo ha costado.

Estamos a un par de semanas de ver los resultados del trabajo de la Asamblea Constituyente. Lo que venga después dejará de estar en las manos de este parlamento.

Pasará al local y al gobierno central de la ciudad, donde los desacuerdos de la izquierda podrían jugar un papel muy contraproducente del efecto final.