La escena es casi surrealista, sin embargo, para los capitalinos ya no es extraño ver cómo las calles de la Ciudad de México se convierten en verdaderos canales.

Las lluvias “atípicas” —término pobremente utilizado para cubrir una ineficiencia administrativa— cada vez castigan más a los ciudadanos que ante los truenos en el cielo gris, optan por ya ni siquiera salir de la oficina, anticipando el martirio y peligro de los equivocadamente llamados encharcamientos.

El jueves la ciudad y el sistema de drenaje público fueron puestos a prueba con una verdadera tormenta que alcanzó 83 milímetros, es decir, 83 litros por segundo, que cayó por más de dos horas a lo largo de la capital, afectando principalmente a la zona centro, en donde las vialidades anegadas sumergieron a los coches hasta cubrirlos en su totalidad.

Las personas se subían a los toldos de sus coches, buscaban trasladarse colgados de rejas para sortear la laguna, emprendían la retirada de las avenidas en las que simplemente no había cómo continuar.

El problema principal (aunque no el único) es de infraestructura. El sistema de drenajes de la ciudad es viejo, superado y su modernización no es prioridad para las autoridades locales y federales. Es subestructura que va por debajo del suelo, es decir, lo que no se ve no cuenta para los votos.

Tal vez sea por ello que las obras del Túnel Emisor Oriente y del Emisor Poniente se realizan con tanta calma. La primera de estas construcciones inició hace ya diez años y entre recortes presupuestales y problemas de coordinación entre las autoridades, la obra no tiene para cuándo terminar, lo que vulnera a la Zona Metropolitana del Valle de México

El gobierno federal ha abandonado a su suerte a los gobiernos estatales, pero principalmente al de la Ciudad de México. No en vano el reciente recorrido que el presidente Enrique Peña realizó en las obras del Túnel Emisor Poniente, en compañía del gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila. Los dos sonrientes con cascos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) fue la foto del recuerdo de ese día.

Nunca hemos visto ese nivel de acompañamiento con las autoridades de la capital del país. Supongo que no hay nada que presumir en la relación de ambos gobiernos. La ciudad no es una prioridad en la agenda de la Federación, pues no aporta votos a su bolsa.

Más allá del conflicto político, el problema de la lluvia no se queda en las avenidas. Las redes sociales han facilitado la divulgación de otros escenarios igual de irreales: estaciones del Metro en las que, literalmente, cae más agua adentro que en las calles; como lo comentaba previamente, es un problema de infraestructura.

También es una contrariedad de cultura de los ciudadanos. De acuerdo con estimaciones del Sistema de Aguas de la CDMX, al día se retiran cerca de cinco toneladas de basura de las presas de la capital. Residuos que previamente se alojaron en el drenaje y que son responsables también de la anegación.

Exijamos a los gobiernos redes de drenaje suficientes, pero también seamos comprometidos con el manejo de los residuos.

http://www.excelsior.com.mx/opinion/federico-doring/2017/07/02/1173206