Como dice el refrán mexicano: “No hay mal que por bien no venga”. Nadie se imaginó que lo que parecía un movimiento arriesgado en grado sumo, hasta cierto punto, sorpresivamente agresivo, por parte del PRI-Gobierno en el Senado, iba a servir como potente catalizador de la oposición.
La sesión del Senado del jueves 31 de agosto contaminaba inmisericordemente el inicio del Primer Periodo Ordinario del 3er año de la LXIII Legislatura en la Cámara de Diputados, donde el jueves 31 de agosto debería haberse llevado a cabo el cambio de la Mesa Directiva de dicho poder, para este año a cargo del PRI, donde el diputado Carlos Ramírez Marín será el responsable de presidir los últimos meses de trabajo.
El domingo 3 de septiembre, tanto el Partido de la Revolución Democrática (PRD), así como el Movimiento Ciudadano (MC), en sus respectivos consejos nacionales, signaban la afirmativa para formar el Frente Amplio Opositor con el Partido Acción Nacional (PAN), acuerdo que el PAN lograba en la Comisión Permanente el lunes en la noche.
Durante todo el día lunes 4 y la mañana del martes 5 de septiembre, el cabildeo y la negociación sobre el destino no solamente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados o del fiscal general de la nación, sino del país entero, estaban en la mesa de negociaciones, proponer un frente único opositor, darle viabilidad al naciente Sistema Nacional Anticorrupción, derribar el compadrazgo y al #fiscalcarnal requería de un verdadero esfuerzo y generosidad institucional, donde compartimos principios y valores, pero sobre todo el inmenso deseo de construir un México mejor para todos, con más y mejores oportunidades para los más desprotegidos, para los que menos pueden, para los que menos tienen, donde terminemos con el lastre que arrastramos, con la terrible desigualdad que nos lacera como nación.
Imponer al procurador Raúl Cervantes como fiscal general por nueve años implicaría la protección y el contubernio para encubrir la terrible corrupción y la total impunidad que ha caracterizado ha este gobierno federal, alejándose del mandato de la sociedad civil y de las organizaciones no gubernamentales, que reclaman un “hasta aquí” enérgico, un “ya basta de sangrar al país”, que las instituciones verdaderamente atiendan las necesidades más apremiantes de los mexicanos y dejen de ser comparsa de un sistema perverso.
El trabajo que el presidente del CEN del PAN, Ricardo Anaya, había iniciado al tener un acercamiento con la presidenta del CEN del PRD, Alejandra Barrales, parecía un muy lejano y remoto escenario para poder lograr conformar un frente amplio opositor, sin embargo es el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, el que atinadamente convoca a una mesa redonda (literal) el 4 de agosto a más de 18 liderazgos nacionales, incluidos los dos aludidos, para sentar las bases de un Frente Opositor desde el “Encuentro Chihuahua”, en esta capital.
Los coordinadores del PAN, Marko Cortés; del PRD, Francisco Martínez Neri, y de MC, Clemente Castañeda, supieron encabezar sus bancadas, aguantando las embestidas de provocación de un vulgar buscabullas, situándose del lado correcto de la historia, actuando en forma propositiva, escuchando las voces ciudadanas que claman justicia, que exigen corregir el rumbo y dar resultados.
El mensaje que se mandó desde la Cámara de Diputados este martes 5 de septiembre es muy claro, será responsabilidad de todos los actores procurar el marco que favorezca los compromisos y destrabe el letargo legislativo, propiciando los acuerdos que faciliten alcanzar los objetivos que nos planteamos como legislatura, dejando de lado el factor numérico de proporcionalidad, que le podrían dar a una parte, prerrogativas sobre las otras.
Como bocanada de aire fresco, el Frente Amplio Opositor deberá ir sumando adeptos comprometidos con su tiempo, con la historia, para ubicar a México en el lugar que se merece en el concierto internacional.
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