Ciudad de México, 15 de noviembre de 2022
TRANSCRIPCIÓN DE LA INTERVENCIÓN DE LA DIPUTADA ROSA MARÍA GONZÁLEZ AZCÁRRAGA, CON MOTIVO DEL NATALICIO DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ.
DIPUTADA ROSA MARÍA GONZÁLEZ AZCÁRRAGA (RMGA): Diputadas y diputados, nuestra historia cuenta con muchos personajes sobresalientes en distintos campos, personajes que contribuyeron con sus aportaciones, con sus sacrificios, con sus ideas y logros a formar al México que somos hoy. Algunas de esas personas ilustres pertenecen al campo de las artes, de la academia, del conocimiento.
Una de las primeras personas que nos vienen a la mente es, sin duda, Sor Juan Inés de la Cruz, sus logros, su historia de vida, su nombre, son ampliamente reconocidos por todos. Desafió los estándares de la época que imponían a la mujer un rol muy específico y muy limitado.
Sor Juana fue una mujer extraordinaria que dejó su huella en nuestra historia. Nació un 12 de noviembre de 1651, en San Miguel Nepantla, en lo que hoy es el estado de México, con el nombre de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana.
De niña mostró su inteligencia y su curiosidad intelectual, así como su pensamiento independiente. Podemos considerar que Sor Juan era una niña prodigio, basta ver que aprendió a leer y a escribir a los 3 años y a los 8 ya había escrito su primer loa; a los 14 años se mudó con su familia a la capital y ahí fue invitada a formar parte de la Corte del Virrey Antonio Sebastián de Toledo, como dama de honor de su esposa Leonor Carreto.
A pesar del esplendor de la Corte, de esa vida de privilegios, Juana Inés optó por la vida religiosa, por la vida de convento. Ingresó en 1667 a la Orden de las Carmelitas Descalzas, donde permaneció solo cuatro meses abandonando la orden por problemas de salud; dos años después, ingresaría a la Orden de San Jerónimo, donde permanecería el resto de su vida.
La vida de Sor Juana fue una dedicada a la caridad, a su orden y también al conocimiento y a su obra, amplió sus conocimientos llevando a cabo experimentos científicos y reuniendo una nutrida biblioteca en su celda. Nutrió su obra mediante la composición de obras musicales y escribió sobre distintos géneros, incluidos la poesía y el teatro.
Su celda en el Convento se convirtió en punto de reunión de poetas e intelectuales, así como amistades suyas que incluían al virrey Tomás Antonio de la Cerda y su esposa Luisa Manrique de Lara. Su vida fue breve ya que murió durante la epidemia de cólera de 1695, ayudando a sus hermanas enfermas.
Su obra trascendió los siglos y eso es hoy una de las más relevantes, tanto para las letras mexicanas, como para toda la literatura novohispana. A siglos de distancia sigue siendo un ejemplo para todas las niñas mexicanas, para que sigan el camino que ellas eligen, para que persigan sus sueños.
Sor Juana, no se conformó con el camino que la sociedad le marcó desde que nació por su género. Las mujeres en los tiempos de Sor Juana, no tenían los derechos que gozamos hoy, no tenían las mismas oportunidades, el mismo acceso a la educación.
A pesar de las limitantes, Sor Juana soñó con más, buscó y obtuvo acceso al conocimiento, a los libros, a una educación que iba más allá de la que se daba a las mujeres de cierto estrato social. Mujeres como Sor Juana querían más de lo que la sociedad les imponía. Su tenacidad fue lograrlo, tiene eco en nuestros días y en todas las mexicanas, porque a pesar de los siglos que nos separan, como mujeres, aún nos enfrentamos a ciertas limitantes, aún hay quien piensa que las mujeres solo pueden ser la señora de, la hija de, la sobrina de. Hay quienes desde el poder ponen obstáculos para que las mujeres nos desarrollemos plenamente, como cerrar las estancias infantiles o quitar recursos a programas de salud, como aquellos que combaten al cáncer de mama.
Hay quienes demeritan a las mujeres cuando ejercemos derechos elementales como el derecho a la manifestación pacífica, o que ignoran cuando exigimos seguridad, seguridad para salir con confianza a hacer nuestras actividades.
Compañeras, compañeros, al recordar el natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz, no hay mejor manera de honrar su memoria que desterrar aquellas limitantes, aquellos obstáculos, al machismo que persiste aún en nuestros días.
Actuemos para que México sea un país en el que todas sus niñas, todas sus jóvenes mujeres tengan un acceso pleno a la educación, a la salud y a trabajos dignos. Un México en el que las mujeres puedan seguir el camino que ellas elijan, no el que se les impone. Un México en que todas las mujeres puedan alcanzar sus sueños, sus más grandes anhelos, como lo hiciera Sor Juana Inés de la Cruz.
Es cuanto, diputada presidenta.