Ciudad de México, 11 de julio de 2023
TRANSCRIPCIÓN DE LA INTERVENCIÓN DE LA DIPUTADA, MARTHA ESTELA ROMO CUÉLLAR, PARA REFERIRSE AL HOMENAJE LUCTUOSO EN MEMORIA DEL C. PORFIRIO ALEJANDRO MUÑOZ LEDO.
DIPUTADA MARTHA ESTELA ROMO CUÉLLAR (MERC):
Les saludo compañeros y compañeras, ofreciendo antes que nada mi más sentido pésame, a los familiares y amigos, a todas y a todos aquellos que compartimos con Porfirio Muñoz Ledo palabras, pensamientos o sentimientos, y que hoy les duele al igual que a mí; pero sobre todo, a muchos que están aquí el día de hoy presente, o que nos escuchan a través del Canal del Congreso, su partida.
Hoy que estamos en este recinto legislativo, me permito lamentar lo que considero no solo la pérdida de un excepcional estadista y acérrimo defensor de los valores democráticos de nuestro país, sino también la pérdida de un compañero, que para mí es inevitable recordarlo en la Mesa Directiva del Congreso de la Unión.
Creo que en estas palabras, vale la pena describirlo para recordarlo en la memoria histórica como un hombre emblemático de la política mexicana, un hombre contemporáneo de varias generaciones, no solo en la vida, sino sobre todo en el pensamiento, con quien yo particularmente compartí una Legislatura en el camino la sesenta y cuatro legislatura, él como Presidente de la Mesa Directiva y su servidora como integrante de la bancada del Partido Acción Nacional.
Muchísimos fueron los aprendizajes que tuve a partir, no solamente de sus discursos, sino también de sus hechos, tuve la oportunidad de conocerlo y sé que era alguien que sabía ser oposición siendo gobierno, y también sabía ser hombre de Estado, siendo oposición.
Señaló puntualmente de manera repetitiva sin miedo los distintos nexos con lo que no estaba de acuerdo en esta última etapa de su vida, critico y dicho a la letra a muchos de los compañeros que el mismo determinó como esclavos mentales.
Don Porfirio era un hombre con visión, tradición y convicción democrática, en una lucha social inquebrantable, y era un gran amigo de sus amigos.
Supo evolucionar su carrera política y sus pensamientos al pasar del tiempo, adaptándose sin duda alguna a la realidad que vivíamos en este país siendo un crítico realista, duro pero genuino, congruente en todo el sentido de la palabra y siempre animoso por mejorar el rumbo de México.
Su misma esencia era en cada una de sus trincheras, y así fue hasta el final de sus días.
La mayor prueba de su trascendencia es que esa pasión a su trabajo, el legado que dejó, y el cariño y el respeto que se ganó son los elementos que hoy nos tienen aquí reunidos brindándole un muy merecido homenaje. Hecho que, por cierto, resulta simbólico, pues fueron varias las veces que fungió como un propiciador del entendimiento y el diálogo entre voces que, ocasionalmente, eran discordantes.
Don Porfirio fue un hombre que siempre vio por la búsqueda de las coincidencias, por abonar a las causas generales y al bien común; con una gran capacidad para construir puentes y fomentar el consenso, siendo inspiración para muchos y demostrando que, incluso frente a la adversidad, podemos encontrar siempre puntos en común.
Él se asumía como riguroso, respetuoso y puntual, pero se quedó definitivamente corto, porque hablar de Porfirio Muñoz Ledo es también hablar de una persona que más allá de todos los cargos que ocupó, siempre honró un compromiso inquebrantable el encargo de trabajar en favor de la democracia, y ese es un legado que debemos honrar en los hechos
Don Porfirio siempre fue más allá de la puntualidad, el respeto y la rigurosidad. Por eso es que, su legado es la resiliencia y de dedicación al proceso y a las instituciones democráticas, que nunca vio como un hecho consumado, y sería un gran error de nuestra parte el día de hoy darlo por hecho y verlo como tal, sino como un compromiso perpetuo, un compromiso que debemos honrar construir blindar y seguir sin duda alguna construyendo al día a día con los diferentes retos que se nos enfrentan.
Requiere para su progreso unidad, congruencia y sobre todo, compañeros y compañeros, cooperación de todos y cada uno de nosotros.
A lo largo de su carrera, Muñoz Ledo se mantuvo erguido, diciendo la verdad sin miedo al poder.
Pidió recordar constantemente al pueblo, enfatizando que la verdadera democracia sólo puede prosperar cuando las voces de los marginados y no de los privilegiados, y quienes el día de hoy no tienen sus derechos a salvo deberán siempre ser escuchadas y valoradas.
Así que hoy su legado sirve como un recordatorio de que la lucha por la democracia es una tarea continua y cotidiana, que resulta inacabable y que requiere de todos y cada uno de nosotros para que, sin duda, permanezcamos alerta y está construcción siga a lo largo de las generaciones.
Cierro invitándolos a honrar su memoria con un legado de defensa constitucional y democrática, coincidiendo en que la principal virtud de un político es su congruencia, y agradeciendo a Don Porfirio por habernos dado tanto de él, no a nosotros, como legisladores, sino a nosotras y a nosotros como mexicanos.
Recordaremos por siempre a un hombre que nos demostró que aún con poder, se puede no pasar a la historia, y que se puede pasar a la historia sin ostentar del poder.
A título personal me compartió una de sus grandes miedos, uno de sus grandes retos, sin duda, que era lo que en sus últimos días podría quitarle su paz, era la noción de lo ineluctable, todo aquello que nos queda como reto y la diferencia desde la conciencia de poder distinguir entre lo que verdaderamente no está en nuestras manos, pero también desde la conciencia de no evitar todo aquello que verdaderamente lo está.
Sin duda, es algo que, como políticos, como legisladores y como mexicanos, debemos de tomar como su principal legado.
Don Porfirio, gracias por tu compromiso vitalicio de impulsar la defensa democrática del país, qué gusto poder haber coincidido contigo en esta vida y en esta lucha; y sin duda alguna, que descanses en paz.